LAS CERVICALGIAS Y LA IMPORTANCIA DE LA FISIOTERAPIA
Las cervicalgias son un dolor en la musculatura posterior o posterior lateral del
cuello, cuyo origen puede ser óseo, articular o muscular.
Suelen ser bastante frecuentes, ya que alrededor del 10% de la población
adulta las sufre en algún momento de su vida.
Pero… ¿por qué aparecen? Para ello es importante explicar que la columna
cervical consta de 7 vértebras que forman un suave arco de convexidad
anterior y que contribuye a mantener el equilibrio de la cabeza. Ese equilibrio
es correcto cuando, mirando hacia delante, las cervicales se mantienen en una
posición totalmente horizontal. Esta posición es tan importante, ya que fuera
de ella la musculatura está trabajando, lo que explica el aumento de la
incidencia de cervicalgias como consecuencia de posturas incorrectas, forzadas
y mantenidas durante mucho tiempo. Cabe destacar también que con la edad
se altera ese equilibrio como consecuencia de los cambios degenerativos en la
propia columna, incluyendo la cervical, por lo que es el motivo más frecuente
de dolor en las personas mayores.
Aunque resulte fácil conocer el porqué de su aparición, por el contrario, resulta
bastante complicado realizar una clasificación de las causas que pueden
generar dicho dolor, ya que en tan sólo el 18% de las pruebas de imagen
realizadas a los pacientes, los hallazgos observados corresponden con
los síntomas referidos por el mismo. Hasta el momento, la clasificación más
aceptada en cuanto a las causas es la siguiente:
o Artrosis cervical
o Lesiones del disco intervertebral
o Cervicalgia postraumatica
o Tumores
o Infecciones
o Fracturas vertebrales
o Síndrome de dolor miofascial(puntos gatillo miofasciales)
o Cervicalgia con Latigazo cervical
o Radiculopatía o cervicalgia con irradiación braquial
o Mielopatía
Aun teniendo en cuenta la clasificación anterior, se afirma que las principales
causas de cervicalgia son de origen puramente mecánico, entrando en juego
todo tipo de factores psicológicos, destacando la ansiedad y el estrés,
sumándose al propio problema, hecho que dificulta su recuperación.
Las cervicalgias también pueden volverse crónicas con el paso del tiempo, por
lo que existen varios factores de riesgo a tener en cuenta:
o Ser mayor a 40 años
o Una historia clínica anterior de dolor de cuello
o El hecho de que coexista cervicalgia y lumbalgia
o Un exceso de preocupación por los síntomas
o La práctica de ciclismo como deporte habitual
o La falta de fuerza en las manos
Como curiosidad, se reconocen que los factores de riesgo más relacionados con
el primer episodio de cervicalgia entre la población trabajadora es ser mujer y
tener una lesión cervical previa.
Por todo ello, el fisioterapeuta y el equipo médico son fundamentales en la
recuperación, ya que se realizan exhaustivas entrevistas con cuestionarios muy
específicos de la propia patología y se lleva a cabo una gran exploración física
analizando la propia postura, el movimiento, la fuerza tanto articular como
muscular, así como la valoración de la resistencia. Son entonces ellos los
especialistas encargados de detectar cualquier tipo de dolor, disfunciones o
limitaciones de movilidad que afecte a la calidad de vida de la persona,
estableciendo un buen diagnóstico diferencial.
No todas las cervicalgias son iguales, por lo que debemos ser conscientes que
existen diferentes tipos:
o Tortícolis: Consiste en un dolor intenso unilateral, que se puede irradiar,
y crear una cierta invalidez, ya que dificulta los movimientos cervicales.
Es el resultado de un acortamiento o espasmo crónico de la musculatura
del cuello, lo que causa su giro o desviación involuntaria. Por lo general,
su aparición es repentina y debida a menudo a un mal movimiento.
También es típico que aparezca al levantarse de la cama debido a
posiciones forzadas durante la noche. Afecta generalmente a las
personas jóvenes.
El papel del estrés en la cervicalgia crónica está admitido, aunque no se
conoce muy bien por qué el estrés y la ansiedad ocasionan cervicalgias,
como ya hemos mencionado anteriormente. Las personas estresadas se
quejan de dolor en el cuello y en la parte alta de la espalda,
normalmente asociado a contracturas musculares. Normalmente se
solucionan en una o dos sesiones, aunque también es cierto que existe
una predisposición a que el que haya sufrido un torticolis, tienda a
recaer. Es importante buscar el origen del dolor y de la tensión
muscular, mediante técnicas osteopáticas, ejercicios de estiramiento, de
tonificación de la musculatura cervical o a través del propio ejercicio
terapéutico, entre muchas otras técnicas.
o Neuralgia cérvico-braquial: Los síntomas más frecuentes suelen ser
dolores en el brazo, antebrazo, mano, más acusados por la noche,
hormigueos, acorchamiento, pérdida de sensibilidad, alteración de los
reflejos tendinosos, o incluso la disminución de fuerza muscular (es
común en las manos). Pueden darse como consecuencia a la artrosis que
estrecha el agujero o el espacio por donde salen las raíces nerviosas, o
bien porque exista un bloqueo en mala posición de una vértebra cervical
provocando compresión o estiramiento de la raíz nerviosa
correspondiente. Este bloqueo es debido a espasmos musculares que
mantienen la posición de la vértebra. Es ideal buscar el origen de la
neuralgia y relajar la musculatura contracturada mediante técnicas de
osteopatía y medios de electroterapia, así como el asesoramiento a nivel
postural que te agravan o mejoran la disfunción.
La evolución suele ser favorable mediante el tratamiento médico y
fisioterápico.
o Esguince Cervical o Whiplash: Es una lesión clásica de la columna
cervical provocada por un accidente de tráfico o por un movimiento
normal del cuello, pero excesivo, hecho que provoca una hiperextensión
cervical. También se da por caídas sobre la cabeza, por lo que
principalmente el origen es traumático. En cuanto a los síntomas se
habla de inflamación, dolor, la aparición de contracturas musculares o
incluso la disminución del agujero de conjunción o el pinzamiento por la
comprensión del nervio. Este esguince puede tratarse mediante una
gran variedad de técnicas como la movilización articular de baja
velocidad, manipulaciones de la articulación temporomandibular,
mediante técnicas miofasciales, punción seca, estiramientos,
reeducación postural, técnicas propioceptivas, pilates o incluso mediante
la ayuda de la electroterapia o movilización neuro meníngea.
Es importante tener en cuenta, que cada lesión cervical puede ser tratada y
recuperada de diferente forma, gracias a la gran variedad de técnicas que se
disponen, dependiendo también y teniendo en cuenta las características de la
lesión y la propia persona.