HACER FRENTE A LA DESHIDRATACIÓN
Con la presencia de calor y altas temperaturas mantenidas durante el verano, es recurrente que se puedan presentar casos de deshidratación entre la población, siendo más elevado el riesgo en la población más vulnerable, como serían tanto los lactantes y niños como personas mayores.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la deshidratación como el estado resultante de la pérdida de agua del organismo. La deshidratación aparece cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere y consecuentemente, no tiene suficiente líquido para funcionar bien.
El cuerpo está compuesto principalmente por agua, concretamente entre un 60 -70% de la masa corporal del cuerpo humano en un adulto, es agua. Por lo tanto, el agua es uno de los componentes del organismo más importantes para el mantenimiento de sus funciones fisiológicas. Para cubrir las necesidades fisiológicas en una persona adulta es necesario ingerir entre 2000 ml y 3000 ml de agua al día.
Teniendo en cuenta que la deshidratación aguda y crónica suele ser más frecuente en personas mayores, la identificación de factores asociados es un factor clave para un abordaje de éxito, igual de importante es saber identificar los signos de deshidratación y sus manifestaciones clínicas, para reaccionar a tiempo y evitar su empeoramiento.
La deshidratación se clasifica en tres estadios de gravedad: leve, moderada y severa. En el cuadro clínico de la deshidratación leve aparecen la orina concentrada y la sed leve. Sabiendo identificar estos signos de alarma, se puede actuar a tiempo. Los signos de la deshidratación moderada evolucionan a una sed más significativa, ojos hundidos, mucosa seca, disminución de la orina, mareo, debilidad e hipotensión ortostática (en cambios posturales, sobre todo al ponerse de pie después de estar sentado o acostados, o en sobresfuerzos físicos). La deshidratación severa es la más grave, en ella la sed es muy significativa y persistente, aparece alteración de la frecuencia cardíaca (bradicardia o taquicardia), extremidades frías y secas, la hipotensión ya es mantenida, incluso puede llegar a aparecer confusión y desorientación.
Para evitar la aparición de deshidratación aguda, la principal recomendación sanitaria es la correcta ingesta de agua. Bebiendo cantidad de agua suficiente y/o soluciones de rehidratación oral (SRO), indicadas en la prevención y tratamiento de la deshidratación aguda. También es recomendable aumentar la ingesta de alimentos que proporcionen al cuerpo una buena cantidad de agua, como, por ejemplo, la sandía, el melón, el tomate, el pepino, la lechuga y las espinacas, la manzana. En verano las ensaladas frescas son la mejor opción. Igual de recomendable es la hidratación tópica, aplicando cremas hidratantes con frecuencia y duchas de agua para refrescar el cuerpo.
En resumen, la deshidratación es un problema que se puede dar muy fácilmente en épocas de calor extremo, en la que las pérdidas de agua corporal se pueden dar con mayor facilidad, sobre todo en forma de sudoración excesiva, por eso, cuanta más hidratación aportemos a nuestros cuerpos y más atención pongamos en saber identificar los signos asociados, será más fácil de mantener la cantidad de agua corporal necesaria y menor será la incidencia.
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